martes, 2 de diciembre de 2014

¿ESTÁ USTED CONFORME CON EL MUNDO?





I


«¡Tengo ganas de poner una bomba y matarlos a todos!»

El nuevo líder jamás olvidó aquellas palabras de su primera novia. Le rompió el corazón ese día, pero a la larga él terminó sufriendo mucho más que ella.

Más de tres décadas habían transcurrido desde aquel día y ninguna mujer volvió a quererlo tanto. Él no lo supo entonces, pero hoy no tiene ni la menor duda de eso. ¡Si tan sólo se hubiese dado cuenta del dolor que le estaba causando! Tal vez se habría detenido a reflexionar y otro habría sido su destino.

Fue este hecho lo que lo llevó a imponer sus tantas innovadoras leyes al poco tiempo de tomar el trono. Estaba dispuesto a terminar con la tristeza, a ponerle fin al dolor en el mundo. ¿De qué sirve un líder si no es para evitar el sufrimiento de aquellos a quienes lidera?

No llevaba ni un año al poder cuando dictaminó el Edicto 13: Cada adulto será abastecido de un control remoto.

Muchos han sido los edictos que impuso desde que gobierna, pero ninguno se compara al Edicto 13.

Los controles remotos que menciona el edicto no son más que pequeñas cajas con un solo botón en ellas. No tienen ni una inscripción ni un manual de instrucciones, todos saben que ese control debe usarse únicamente en caso de disconformidad con la vida.

¿Qué activa ese botón? Una bomba que destruye al mundo entero.


II


Tocó la inconfundible bocina de su viejo camión y enseguida su ex esposa salió a la puerta:

―Ya sale ―le dijo―; se está cambiando.

Ya ni siquiera lo saludaba, todo el asunto se había convertido en un trámite.

«¿Para qué se queda parada en la puerta?, ¿acaso lo hace sólo para mostrarme que cada día está más linda?», pronto sus reflexiones fueron interrumpidas por el furioso motor de un automóvil último modelo. El nuevo novio bajó y le dio un apasionado beso. «Si así la besa estando yo cerca, no quiero ni imaginar como la besará en privado».

El galán lo saludó con una sonrisa que lo dijo todo.

Fue la tercera vez en el día que necesitó repetirse a sí mismo el antiguo pero nunca pasado de moda consejo: «Cuenta hasta diez, siempre cuenta hasta diez antes de tomar cualquier decisión». Pero a veces no se puede contar, a veces no se puede pensar.

 
Para no ponerse en riesgo a él mismo ni al resto del planeta, hacía tiempo que había decidido emplear un método que lo obligase a esperar esos diez segundos antes de apretar el botón. En su tobillo tenía una cinta que había sido roja originalmente pero que se había vuelto casi negra por la mugre, de aquella cinta colgaba una llave que abría una pequeña caja debajo de su asiento, en la caja se encontraba otra llave que abría la guantera de su camión, dentro de la guantera guardaba nada menos que su control remoto.

La espera se hizo eterna y las risas de su ex con su nuevo novio le colmaron la paciencia. Se arrancó del tobillo la cinta que había sido roja originalmente pero que se había vuelto casi negra por la mugre, abrió con la llave la pequeña caja ubicada debajo de su asiento, sacó la llave con la cual abrió la guantera y de allí sacó nada menos que su control remoto. Tardó más de diez segundos en realizar todo el proceso, el viejo método de contar hasta diez no habría servido de nada en aquella oportunidad.

Estaba a punto de apretar el botón cuando alguien golpeó la puerta de su viejo camión, se asomó y vio a Natalie; la niña más linda de la faz de la tierra estaba ansiosa por pasar el domingo entero con su padre. Volvió entonces a guardar el control remoto en la guantera antes de que su hija se subiera al camión; y el mundo siguió girando.


III


«Estás muy linda, ¿acaso no te das cuenta de que podrías romperle el corazón a alguien viéndote así?»

Natalie jamás olvidó aquellas palabras de su abuela; era la típica frase de vieja, pero tenía toda la razón. El Edicto 5 había sido removido por el nuevo líder, pero el sentido común aún indica que arreglarse en demasía es una falta de consideración hacia los demás. Nadie debe llamar la atención en un mundo en donde todos los adultos poseen un control remoto, nadie debe tener derecho a decepcionar ni a hacer sufrir, ni a hacer desear ni a hacer sentir.

«Si me abandonas… ¡apretaré el botón!»

«¡Acuéstate conmigo o nos mataré a todos!»

Natalie fue martirizada numerosas veces debido a su aspecto pero, lo intentara o no, siempre fue muy atractiva.


IV


Ayer fui al hospital a ver a mi madre en pleno horario de clases; sí, soy de faltar seguido. Falto porque da lo mismo si uno asiste o no al colegio, de todas maneras el Edicto 8 indica que no debe haber calificaciones y que todos deben aprobar.

Natalie me dijo que me acompañaría al hospital, pero ayer cambió de opinión y fui solo. No es la primera vez que cancela una cita conmigo a último momento; algo le sucede.

No quiero ni considerar la posibilidad de perderla, aquello me destruiría. No dejo de pensar en ella, ninguna otra mujer me gustó tanto; claro que son pocas las que se ven así de lindas.

En la clase de historia aprendí que hace muchos años el nuevo líder dictaminó el Edicto 5 sobre la prohibición de verse atractivo, pero pronto lo removió por ser demasiado difícil de juzgar; además, algunos se ofendían si no se les llamaba la atención por no cumplir con este mandato. Mientras estuvo en vigencia, los desfiles de diseñadores, la producción de accesorios y en general todo lo que tenía que ver con la moda desapareció; luego de la remoción de este edicto, la falta de interés en el aspecto físico se mantuvo por costumbre.

En medio de una de mis tantas reflexiones llegué al hospital. Mi madre estaba bien, se trataba tan sólo de una operación de vesícula; nada por lo qué temer. La gente me preguntaba preocupada por su salud, no por ella en sí, sino por la posibilidad de que pudiera sentir que todo estaba perdido y apretara su botón.


Desde que se dictaminó el Edicto 13, nada causa más miedo que una persona que no tiene ganas de vivir. De todos modos no había riesgos de que mi madre hiciera estallar el mundo, sin importar que tan enferma estuviera ella jamás haría algo así. Pero la Señora Z, ubicada en la cama adjunta, atravesaba una situación completamente diferente y, a decir verdad, su afligido gesto era inquietante:

―Aquí están sus pastillas, Señora Z ―dijo la enfermera―. Y por favor cuente hasta diez, siempre cuente hasta diez antes de tomar cualquier decisión.

La Señora Z tenía apoyado el pulgar en su control remoto. ¿Por qué? Porque nadie jamás la había querido ir a visitar al hospital ¿Por qué? Porque nadie jamás la había querido.

Su pellejo gris pesaba demasiado como para fingir una sonrisa. De repente, sus labios secos y cuarteados dejaron salir un hálito de ultratumba:

―Uno, dos, tres,…


V


Natalie secaba sus lágrimas con un pañuelo mientras los rostros silenciosos del autobús la apuntaban. Parecía cuestión de tiempo para que ella metiera la mano en su cartera en busca de aquello en lo que todos estaban pensando.

El tiempo se detuvo cuando abrió el cierre, introdujo la mano y comenzó a revolver entre sus cosas.

«¡No lo hagas!, ¡por favor!» pensó más de uno, pero el Edicto 21 prohíbe entrometerse en los asuntos de los demás en lo que respecta al uso de los controles remotos.

Finalmente Natalie encontró lo que estaba buscando: un nuevo paquete de pañuelos descartables con el cual seguir secando sus lágrimas.

El autobús entero respiró.


VI


Odio estas charlas motivacionales de fin de curso, ¿qué sentido tienen? Intentan aconsejarnos sobre la elección de nuestras carreras pero todos los que trabajan tienen el mismo salario, y los que no trabajan… también. No hay razones para sobresalir del resto, de hecho eso es lo que todos quieren, que seamos iguales, de ese modo nadie siente envidia y nadie se siente disconforme con lo que la vida le dio.

No sé qué pensarán mis compañeros, pero a mí no me sirven en absoluto estos debates que impuso el nuevo líder.

Pronto terminaré mis estudios y no tengo ni la menor idea de lo que haré; es más, ni siquiera sé que haré en mi cumpleaños y es dentro de una semana. Sólo sé que el 2 de diciembre seré mayor de edad, justo ahora cuando no estoy de humor para festejos. Mi mente está demasiado ocupada en Natalie. Desde que me abandonó, no puedo dejar de pensar en ella… ni en el control remoto.



FIN


26 comentarios:

  1. Impresionante, Federico. Además de un genial relato de sci-fi, invitas a la reflexión. Como dice Ana Lía, requiere de más lecturas para digerir toda su complejidad. En México, cuando algo es bueno, decimos que es "chingón" y este cuento es chingonsísimo.

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    1. Un honor que lo consideres "chingonsísimo". Aprecio mucho tu lectura y comentario, Carlo.
      Abrazo!

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  2. Yo también estoy flipando, como dice Ana Lía. La estructura del relato me parece muy original, y el trasfondo de la historia, las conclusiones que de ella pueden sacarse, son como para no tomárselas a broma. Si uno empieza a leer, ya no puede dejarlo. Y cuando acabe, tiene que volver a leer porque le ha sabido a poco. Te has superado Federico, enhorabuena!!

    Un abrazo.

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    1. Me alegro de haberte hecho flipar a vos también, Julia.
      Muchas gracias por tus palabras.
      Abrazo.

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  3. Tic tac tic tac. No deberían estar tan aburridos esos personajes, tienen la emoción de que cada segundo pueda ser el último en sus vidas. Por otra parte, ahora imaginó que el comunismo debió de ser así pero sin el botón. Seguro que muchos quisieron tener uno. Y para concluir un grandioso final, Quizá ese adolescente lleve una máscara roja ;)

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    1. Interesantes reflexiones las tuyas, Santiago.
      Gracias por el comentario, amigo.

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  4. Es dificil para mí salir del asombro de tu ingenioso y reflexivo relato. Me dio miedo con solo pensar que solo por que sí, todos tengamos un control para terminar con el mundo de una vez por el solo hecho de sufrirlo en carne propia sea cual fuere la causa. Me gustaria tomarme diez segundos más para pensarlo mejor. Brillante

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    1. Un placer leer tu comentario, Jorge.
      En cierto modo eso sucede; las pequeñas decisiones de algunos pueden afectar enormemente las vidas otros.
      Me alegro de que te haya gustado.
      Abrazo!

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  5. Gran historia, me mantuvo en suspenso desde el inicio hasta el final, en espera de ver si alguien llegara a presionar ese botón.

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    1. Gracias por el comentario, Felipe.
      Me alegro de haber logrado ese efecto con mi cuento.

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  6. Sabes me pareció gracioso el cuento pero no puede evitar compararlo con la realidad actual del momento, si bien se parase al socialismo además note la tendencia de los D Humanos un poco, la fragilidad y un poco de estancamiento, también cuando usaste la palabra "edicto" me transporto directamente al imperio romano aunque no hubo relación; por otra parte no puedo entender porque nadie oprimió el botón (les falto curiosidad) y posiblemente hay sentimiento de pérdida en todo el cuento, un poco suicida la situación pero con una necesidad aferrante a la vida posiblemente. !Grandioso!

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    1. Muy interesantes tus reflexiones y comparaciones. Si bien es un cuento de ficción, lo he escrito como una metáfora de muchas cosas reales, y cada uno podrá darle su propia interpretación.
      Agradezco tu comentario.
      Abrazo!

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  7. El tiempo te ve y sé que eres muy valorado pero no había hueco para leerte y no por casualidad, hoy he entrado, relajado como me gusta leer y lo he leído y ciertamente he quedado sorprendido pensando, que buenas manos hay escribiendo en estos lares. El cuento es innovador, ficción que no podría serla, ves como se suceden situaciones del propio mundo.Esa bomba, que siempre está a punto, en cada una de esas situaciones, pero más allá de todo lo escrito, es que engancha el cuento, se hace ameno aunque con el corazón en un puño. Sugerencias a la reflexión, muchas....y la tabla de salvación, contar desde 10 hasta O.
    Muy bueno amigo, me encantó.

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    1. Muchas gracias por tus palabras, amigo. Un placer saber que te gustó mi cuento.
      "situaciones del propio mundo"; así es, hay muchas bombas que están a punto de estallar, la de mi cuento es simplemente un poco más literal.
      Abrazo grande.

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  8. Me ha parecido muy original la invención de un control remoto,adjuntado a la reflexión que nos traes.

    Fue un disfruté leerte porque me he quedado con ganas de más.

    Saludos

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    1. Muchas gracias por la lectura y comentario, Paula.
      Me alegro de que te haya gustado el cuento y la reflexión.
      Saludos.

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  9. Te comento este cuento con la primer cuarteta de un soneto de mi padre:
    "Nada fuera de mi nace ni muere,
    encubridor de todo lo que existe,
    puedo parar un tiempo que consiste,
    únicamente en que lo considere"

    Amílcar Ovidio Blanco

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    1. Muy adecuado al cuento, Amílcar.
      Excelente la cuarteta tu padre. Gracias por traerla.
      Abrazo grande.

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  10. Hola Federico.

    Una historia en actos donde expresas de forma hermosa, el particular punto de vista tus personajes, donde recreas situaciones cotidianas que se nos presentan, y como cada uno intentamos sobrevivir a dichas experiencias.
    El dolor, la soledad, el abandono, los celos y todas las emociones que habitan en nuestra alma y nuestro eterno conflicto interno.
    Estamos unidos por hilos invisibles, las decisiones y acciones de otros aunque a veces creamos que no, nos afectan a todos y a veces hasta por generaciones.
    A veces contar hasta diez no es suficiente, ni siquiera esperar un minuto, ni consultarlo con la almohada, casi siempre necesitamos más.
    Ha sido un placer leerte.
    Un abrazo.


    Gracias por contribuir a través de tus letras a rediseñar un mundo mejor para todos.

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    1. Gracias por tu comentario, Lucía.
      Excelente tu análisis de la historia. Me encantó que hayas dicho lo de los hilos invisibles.
      Un abrazo.

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  11. Me gustó mucho tú relato Federico, entre todos los que leí tuyo reconzco que éste me lo había perdido.
    Ese botón que en distintas circunstancias hubiesemos querido apretar para que todo se acabe para n0sotros sin pensar que arrastraríamos a otros con nuestr decisión inpoensad o egoísta. Suerte que nunca pude acceder a él... sino no hubiese tenido la oportunidad de reflexionar
    sobre este tema. Un gran beso para ti junto con mis felicitaciones por éste tu estilo, tan particular y personal para la narrativa.

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    1. Muchas gracias por el comentario, amiga.
      Creo que todos atravesaríamos un momento en el que nos daría ganas de apretar el botón. Prefiero no pensar qué habría hecho en aquel mundo.
      Un fuerte abrazo!



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  12. Me parece un relato digno de volver a recordarlo y compartirlo en tu pefil, porque tampoco había tenido el gusto de leerlo anteriormente y me parece genial tanto la construcción encadenada de la historia a base de cifras y donde ese Edicto 13 es el hilo conductor del mismo. Por supuesto que nos planteas diferentes escenas a cual más preocupante, ya que ese objeto fatal (control remoto) puede ser apretado en cualquiera de dichas situaciones, excepto cuando la ternura representada por Natalie al asomar su carita por el camión o ese equívoco de contar al revés de la Señora Z, o porque finalmente encontró los pañuelos para secarse las lágrimas la propia Natalie, lograron detener ese impulso de acabar con el resto de la población, que tal como un rebaño debía sufrir las fatales consecuencias de la tiranía impuesta por un gobierno aparentemente justo y libre, pero que en realidad no cumplía tales fines. Deduzco que también nos planteas otra paradoja ¿libre albedrío o esclavitud?...
    Ciertamente tu historia, Fede, es tan compleja que da muchísimo juego a la hora de hacer un comentario de texto, de modo que te felicito por este estupendo trabajo narrativo.

    Bueno, amigo y compa de fatigas, espero que todo siga bien por ahí y encantada de volver a visitarte.

    Un beso.

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    1. Muchísimas gracias por la atenta lectura y el comentario, Estrellita.
      Es muy bueno tu análisis del gobierno del relato y la paradójica pregunta que has hecho.
      Me alegra que te haya parecido así mi cuento.

      Otro beso para ti.

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  13. Federico gran historia has tejido en esos diferentes actos, ingenioso, sumamente interesante, maliciosamente entretenido, nerviosamente inquietante y altamente reflexivo.

    Así es la vida, tal cual tu relato, cada quien con lo suyo, en lo suyo y a lo suyo, cada cual tiene en sus manos el control de su vida, pero en el fondo sabe que no esta solo y que su vida también depende de esas muchas vidas que coexisten con él y viceversa, por eso en la mayoría de los casos no nos queda de otra que contar hasta diez o hasta cien con tal de calmarnos y tratar de actuar con prudencia.

    En tu relato usas una simbología que nos deja ver la gran responsabilidad que recae en nuestros hombros para mantener la armonía en el mundo y adquirir el control de nuestras emociones. Nos pintas un mundo real basado en realidades abstractas que a la larga terminan por concretizarse.

    El relato da para mucho mas, cada frase deja un tema al aire para debatir y reflexionar, pero por último te diré que seria un buen juego o terapia psicológica para medir nuestro nivel de tolerancia y autocontrol, dandole un control remoto de juguete a cada individuo que registre las veces que sintió la necesidad de apretar el botón y las veces que lo hizo.

    Federico me fascinó, no lo había leido y me lo he disfrutado mucho, ya que te había extrañado y me estaba sintiendo hambrienta de tus relatos oscuros.

    Espero que estés bien y hayas disfrutado este aparente receso literario. Abrazos

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    1. Suena muy interesante el estudio que propones de llevar un control remoto de juguete y ver cuántas veces lo accionamos. Supongo que indicaría el grado de saturación mental o de locura de cada individuo. ¿Cuál será mi nivel siendo que fui su inventor?

      Me alegra mucho que lo hayas disfrutado, Harolina.

      Abrazos y muchísimas gracias por las palabras.

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